¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."

Carl Sagan en La armonía de los mundos.

28 noviembre 2010

Que no pare (nunca) la música


Durante la II Guerra Mundial, abundaron las escenas desagradables que tuvo que vivir el ser humano. Uno de estos episodios tuvo lugar en Leningrado (actual San Petersburgo). Los nazis, siguiendo su inhumano plan de selección racial, decidieron aniquilar a su población, privándoles de comida y abrigo durante casi novecientos días. Sin embargo, este artículo no está dedicado a aquella aberrante campaña. Durante aquellos diás, fueron muchos los detalles dignos de mención que nos hacen recuperar la fe en la Humanidad. Uno de ellos tuvo lugar el nueve de agosto de 1942...
Meses antes, durante los primeros días del sitio, el compositor Dmitri Shostakóvich comenzó a crear una composición en respuesta a la acción de los alemanes (aunque hay quien afirma que ya llevaba un año trabajando en su obra). En octubre de 1941, el compositor fue evacuado de la ciudad, pero eso no le impidió continuar dando forma a la sinfonía en la que pensaba plasmar el heroismo de su ciudad.
Y así, poco antes de llegar la primavera, la partitura de la Sinfonía nº7 de Shostakóvichllegó a Leningrado. El director Karl Eliasberg fue el encargado de transmitir al mundo entero la obra, pero no lo tenía fácil. Los miembros de la orquesta de Radio Comité, la única que quedaba en la ciudad, estaban demasiado debilitados por el hambre para llevar a cabo la ejecución, y sus primeros ensayos apenas pasaban de los veinte minutos. De ochenta músicos necesarios, sólo contaban con veinticinco. Eliasberg, con una mezcla de comprensión y disciplina, logró que sus músicos reuniesen las fuerzas y el valor necesarios para llevar a cabo aquella empresa tan importante. Además, el teniente general Leonid Govorov, encargado de la defensa de la ciudad en aquellos días, sabía de la importancia que tendría para la población que pudiese tener lugar la representación.
Govorov permitió a músicos del Ejército Rojo unirse a la orquesta, y poco antes de la actuación, puso en marcha la Operación Borrasca, con la que esperaba distraer la atención del enemigo e impedir que interrumpiese la actuación. Además, se tendió una red de altavoces por toda la ciudad, muchos de los cuales apuntaban directamente a las trincheras alemanas.
Y así, en la tarde de aquel nueve de agosto, fecha en la que Hitler vaticinaba que caería Leningrado, la batuta de Eliasberg comenzó a dirigir a la débil orquesta. Los músicos al comenzar el tercer acto, mostraban evidentes signos de fatiga, pero el público veía en ellos la representación de aquello por lo que habían luchado desde el comienzo del sitio. Toda la gente se puso en pie, dando aliento y ánimos a la orquesta, lo que les permitió terminar de interpretar la obra y recibir una enorme ovación.
Un grupo de músicos debilitados se enfrentaron a la guerra y a la muerte con sus instrumentos y su música, dando al mundo toda una lección de humanidad.

0 comentarios: