¿Podremos detener la cuenta atrás?

Hoy comienza la Cumbre del Clima de Copenhague. Durante las próximas dos semanas, representantes de 192 países debatirán sobre las causas y consecuencias del cada vez más evidente y peligroso cambio climático. Y es que, al grave problema de la alteración del clima de nuestro planeta, hay que añadir la incapacidad de los dirigentes mundiales para alcanzar un acuerdo que beneficie a toda la humanidad.
La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, unida a la brutal deforestación que tiene lugar a nivel mundial (es necesario recordar que son las plantas las mejores reductoras de dióxido de carbono), están provocando un aumento de la temperatura mundial cuyas consecuencias pueden ser desastrosas. Las extinciones de miles de especies animales y vegetales esenciales para mantener el eqilibrio biológico del planeta, el deshielo de las grandes masas de hielo y el aumento del nivel del mar, con la consecuente anegación de los hábitats costeros, son algunas de las consecuencias de nuestra irresponsable acción medioambiental.
Es más que evidente que se necesita llevar a cabo un gran cambio a nivel global para frenar el cambio climático en la medida de lo posible. Es muy difícil que el ser humano pueda reducir las emisiones de dióxido de carbono, puesto que son la consecuencia de un nivel de vida al que cuesta renunciar. Por otra parte, las potencias emergentes (especialmente la India y China) y los países en vías de desarrollo, justifican sus altos niveles de contaminación alegando que los países ricos no han escatimado en recursos medioambientales y contaminación para desarrollarse.
También hay que destacar la incapacidad que el hombre ha tenido a lo largo de su existencia para ignorar los beneficios a largo plazo. Puesto que renunciar a los combustibles fósiles y a las emisiones contamientantes industriales supondrán importantes pérdidas económicas a corto plazo.
No obstante, afrontar este desafío es esencial para impedir que los indicios del cambio climático se conviertan en catástrofes irreparables por culpa de nuestra falta de responsabilidad. No basta con cerrar el grifo cada vez que nos cepillamos los dientes, o bajar un par de grados la calefacción. Las acciones individuales pierden su sentido si todos esos dirigentes continúan mirando hacia otro lado. Esperemos que esta Cumbre sea diferente a las anteriores, y los seres humanos se comprometan de una vez por todas con su futuro.