Ayer pude viajar varios años en el tiempo al adquirir un producto que, sorprendentemente, aún existe en algunas tiendas y bazares y que fue protagonista indiscutible en la infancia de más de uno (me incluyo). Las maquinitas, esos juguetes electrónicos con pantalla LCD y pocos botones, hicieron furor en los años 80 y 90, antes de que las videoconsolas actuales sustituyesen a estos juguetitos.
La que aparece en la imagen (cuyo precio es de 1475 pesetas, como marca el precio en la caja) simula una peculiar carrera de coches, y es que los vehículos van apareciendo en dirección contraria, en los tres carriles de la carretera, y el objetivo es ganar puntos al esquivar dichos coches, moviendo nuestro vehículo a derecha o izquierda.
Estos videojuegos en miniatura, que a veces llegaban a ocupar el tamaño de un reloj de pulsera, aparecieron en 1976, cuando Mattel sacó al mercado un juego de carreras de coches, y un año después otro de fútbol americano. En 1978, Parker comerció el Merlín (del que ya se habló en esta otra entrada).Estas consolas utilizaban leds en lugar de pantallas LCD, y fue en los años 80 cuando se comenzaron a desarrollar dispositivos con pantallas de cristal líquido, las cuales tenían imágenes fijas que se iluminaban o apagaban secuencialmente para dar sensación de movimiento. Los más conocidos fueron los Game & Watch de Nintendo, y otros similares de la empresa Tiger.
También hicieron furor las maquinitas que peritían jugar al Tetris y a otros muchos juegos que utilizaban la misma estructura de bloques. El éxito de estos juguetes electrónicos dio lugar a la aparición de multitud de dispositivos clónicos de los originales, por lo que prácticamente todos los niños poseían no una, sino varias maquinitas de diversa temática. Había juegos sobre deportes, de pelea y disparos y hasta una protagonizada por dinosaurios (esta última la tuve yo, palabra).
Hoy en día puede parecer que estos juegos son muy simples, considerando las características de los videojuegos que existen actualmente en el mercado, pero en su época se les consideraba verdaderas maravillas tecnológicas.
¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."
Carl Sagan en La armonía de los mundos.
08 agosto 2009
El abuelo de la Nintendo DS
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