Ha merecido la pena. Tras el viaje de más de doscientos kilómetros y las cuatro horas de cola, he podido disfrutar, finalmente, de la exposición Impresionismo. Un nuevo Renacimiento, que continuará abierta hasta el 22 de abril en la sala de Fundación Mapfre del Paseo Recoletos de Madrid.
Desde su inauguración, miles de personas han seguido el mismo procedimiento para disfrutar de la colección expuesta en su interior, y no es para menos: contemplar los cuadros de Manet, Monet, Renoir, Sisley, Pisarro o Cézanne, entre otros, pertenecientes a la colección del parisino Museo de Orsay (el gran templo del impresionismo), es todo un privilegio y una oportunidad única que no se puede desaprovechar.
Siempre me han gustado las obras de arte impresionista, con esa visión de la realidad que poseen sus representantes, y la forma tan característica que tiene de plasmar en el lienzo la forma y la luz, convirtiendo un montón de trazos rápidos y gruesos en una composición que, sin perder de vista a la realidad, le da un peculiar enfoque al entorno que rodea al autor.
Por ello, la muestra es un compromiso ineludible para los amantes del art en general, y del género impresionista en particular. Aunque haya que hacer cola.
¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."
Carl Sagan en La armonía de los mundos.
18 abril 2010
Orsay de balde
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