¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."

Carl Sagan en La armonía de los mundos.

22 septiembre 2009

El samurái que vive en el mar


El clan Genji, apoyándose en derechos ancestrales, luchaba contra el clan Heike para hacerse con el trono del Imperio. El 25 de abril de 1185 tuvo lugar una cruenta batalla entre los guerreros de ambos clanes en Dan-no-ura, a orillas del mar interior de Japón. Los Genji, que contaban con una flota de 3000 barcos, derrotaron a los Heike, y los supervivientes entre estos últimos, tratando de defender su honor, se arrojaron al mar y preceron ahogados bajo sus aguas. Entre ellos se encontraba el emperador, un niño de 7 años llamado Antoku que, debido a su condición, había sido embarcado junto con su abuela y tutora. El pequeño, siendo consciente de la derrota, unió sus manos, y mirando al este, se despidió de la diosa Ise. Después, miró al oeste, para así rezar al Buda Amida. Después, su abuela cogió sus manos y le dijo: "nuestro reino está en el océano", para después hundirse junto a él. Y aún hoy, los Heike que lucharon en Dan-no-ura, habitan sus aguas en forma de cangrejos, que los pescadores devuelven al mar, con una mezcla de respeto y temor hacia sus antepasados.

Este relato, mitad historia, mitad leyenda, que hace poco descubrí en un documental de Carl Sagan (del cual hablaré más adelante), habla de extraños cangrejos con rostros humanos marcados en sus caparazones. Este animal es el cangrejo Heike, una curiosa especie que ha sobrevivido en Japón gracias a la acción del ser humano, en un claro ejemplo de selección artificial. En el mar de Seto habitan miles de cangrejos, con diferentes características, pescados por el ser humano desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, desde que tuvo lugar la batalla de Dan-no-ura, los pescadores comenzaron a devolver al mar aquellos cangrejos cuyos caparazones se asemejaban a un rostro humano, y capturaban los demás. Asi, el mar de Seto comenzó a aumentar su población de cangrejos con esta característica. Este proceso, repetido a lo largo de cientos de años, ha dado lugar a una especie única, la cual ha servido para alimentar misteriosas leyendas y para escribir esta entrada del blog.

1 comentarios:

Sissal dijo...

http://garbanzosconarroz.blogspot.com/2008/01/los-samurais-1-parte.html