¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."

Carl Sagan en La armonía de los mundos.

26 mayo 2009

Gris en lugar de verde


El 25 de mayo de 2009, el diario El Norte de Castilla publicó una carta de uno de sus lectores. Toda una joya:

"A ver si de una vez por todas la Consejería de Medio Ambiente o el Ayuntamiento, a través de su servicio de Parques y Jardines, se deciden a talar los chopos que inundan la ciudad de pelusas. Ya no es sólo por la gente con alergia, sobre todo los ciudadanos que lo tragamos y lo respiramos. Dichos árboles están perfectamente situados y localizados, como supongo que saben nuestros administradores."

Todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa, y de eso no hay duda. Sin embargo, no me parece muy lógico lo que este caballero sugiere; y es que el chopo es un árbol que lleva embelleciendo el paisaje y limpiando el aire muchos años. Es todo un símbolo de nuestra flora; Federico García Lorca alababa su amor inmenso en su Ritmo de otoño, Juan Ramón Jiménez pintaba su música de verde y lamentaba su soledad, y Antonio Machado se los mostraba a su amada Leonor, ramajes yertos incluidos. Antiguamente servía a los viajeros para encontrar agua (para encotrar vida), puesto que es una de las pocas especies vegetales que se adaptan a las arcillosas orillas de los ríos y canales. Nuestros mayores sabían disfrutar de su sombra y la brisa que se colaba entre ellos, cuando aún existían choperas en las que reunirse a pasar el día y disfrutar del buen comer y buen beber.
Por no hablar de todas las especies de aves que pueblan sus ramas, y los insectos que se alimentan de sus hojas.
O su madera, aprovechada desde tiempos inmemoriales (sin chopos, no tendríamos la Mona Lisa, pintada en madera de este majestuoso árbol).
Pero claro, todo lo que nos da y nos ha dado este árbol no compensa esos quince días de mayo en que nos da por saco con sus pelusas (las cuales, por cierto, no provocan alergia, ya que son las gramíneas, liberadas al aire en esta misma época, las que lo hacen), así que no hay más que hablar. Talemos los chopos, desnudemos el Pisuerga, el Esgueva, el Canal de Castilla, las acequias y canales de las afueras, medio parque Ribera de Castilla, la chopera de Huerta del Rey, la subida del parque del Mediodía de Parquesol, y otros miles de chopos vallisoletanos. Entre ellos, uno en concreto del que ya hablaré otro día, palabra.

Por cierto, ¿alguien sabe de más chopos y choperas de los que disfrutar en Valladolid?

1 comentarios:

Punkarra dijo...

Bueno, yo conocía una chopera medio grande (o al menos eso me parecía cuando era un mico), pero está o estaba (no se si seguirá) dentro del colegio San Agustín. Sí quieres puedes pasarte un sabado por la mañana que está abierto.