¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."

Carl Sagan en La armonía de los mundos.

08 octubre 2007

Vuelve con tu escudo o sobre él


Ayer alguien me dijo (y no voy a dar nombres) que todas las batallas son aburridas, y yo creo que ninguna batalla lo es; lo que pasa es que quien la cuenta sí que puede ser muy aburrido... Así que lo tengo un poco difícil para hablar hoy de la batalla de las Termópilas. Tebeos y películas aparte, ésta fue una batalla apasionante que merece ser recordada:
Hay que remontarse al siglo V a.C. Grecia tiene varias colonias en el Mediterráneo que pertenecen al Imperio Persa, y mientras que los griegos quieren total autonomía en estas colonias, los persas quieren reconquistarlas. Surgen así las Guerras Médicas, y en el año 480 a.C., el rey persa Jerjes I se presenta con su ejército en Grecia, un ejército compuesto por millones de soldados que con sus flechas puede ocultar el sol, según el espartado Dienekes. Las polis griegas se alian contra él y se dirigen al estrecho de las Termópilas. Entre 250000 y 1 milón de soldados listos para luchar contra los persas, entre los que se encuentran 300 espartanos, guerreros profesionales encargados de liderar al contingente griego.
Jerjes envía un emisario para pedir a los griegos que entreguen sus armas, y Leónidas, el líder espartano, le contesta Ven y recógelas. Comienza así la batalla, y los persas intentan avanzar penosamente a través del desfiladero, sin que los espartanos retrocedan ni un paso. Las bajas persas son demasiadas comparadas con las del ejército griego, y Leónidas, en un tono sarcástico, afirma que los persas tienen muchos hombres, pero ningún soldado. Jerjes, abrumado por la resistencia griega, envía a 10000 soldados más, pero no consigue dañar al ejército griego, que apenas sufre bajas. Así, tras tres días de batalla, llega una ayuda inesperada para los persas.
El griego Efialtes se dirige a Jerjes para informarle de un paso alternativo, y gran parte del ejército persa se dirige hacia allí, provocando la huida de los soldados griegos encargados de defender el lugar.
El ejército griego, temeroso, abandona el lugar, pero 1000 griegos, junto a los 300 espartanos, se quedan allí para plantar cara a los persas por ambos frentes. Leónidas, consciente de esta decisión, dice a sus hombres: Tomad un buen desayuno, puesto que hoy cenaremos en el infierno. Los soldados, con gran fiereza, entregan su vida ante los arqueros persas (Jerjes temía perder más hombres en el cuerpo a cuerpo), siguiendo su costumbre de luchar hasta obtener la victoria o la muerte; y Leónidas cae también al ser alcanzado por una flecha.

2 comentarios:

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

La batalla contiene todos los elementos para hacerla atractiva: lucha entre dos contendientes desiguales, valor, traición...
Saludos

Anónimo dijo...

En las guerras poco se gana y mucho se pierde...
Lo has explicado muy bien y no ha resultado aburrido ;)
Un beso!!