Joya gótica

Hace algunos años visité la catedral de Chartres, en Francia, y no pude aprovechar al máximo esta visita, ya que desconocía la historia y los detalles enigmáticos de esta obra maestra del gótico.
El lugar donde se construyó fue hace muchos años un templo celta. La iglesia se levantó, de una sola vez, hacia 1220, en una ciudad con pocos habitantes, mientras que en Amiens, Reims, Bayeaux, Évreux, Étampes y Laon se erigían otros templos similares. Estas catedrales están dispuestas de tal forma que representan con gran fidelidad la constelación de Virgo sobre el terreno.
En el interior de la catedral de Chartres destacan sus 2600 m de vidrieras y rosetones, su escultura de la Virgen con el niño (ambos de color negro) y su reliquia: un trozo de camisa de la Virgen María que se usó como bandera para repeler un ataque normando en 911. Por otra parte, el suelo de la catedral tiene representado un laberinto que los fieles recorren con devoción y que, según la leyenda, se encuentra sobre corrientes telúricas que recorren los cimientos del templo.
Pero lo más curioso de la catedral está medio escondido en la parte derecha; y es que, cada 21 de junio, a las doce en punto, un rayo de sol atraviesa la vidriera de Saint-Apollinaire e ilumina una pequeña marca situada en una de las baldosas del suelo. Esto a simple vista parece insignificante, pero es necesario un gran conocimiento astronómico y arquitectónico para llevar a cabo este prodigio.