¿Cómo puede la ascendencia de Marte en el momento de mi nacimiento influir sobre mí, ni entonces, ni ahora? Yo nací en una habitación cerrada; la luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podía afectarme era su gravitación. Sin embargo, la influencia gravitatoria del tocólogo era mucho mayor que la influencia gravitatoria de Marte. Marte tiene mayor masa, pero el tocólogo estaba mucho más cerca."

Carl Sagan en La armonía de los mundos.

11 septiembre 2009

Cumpliendo órdenes


"-Esos muchachos de allá arriba montados en sus artilugios retumbantes, sentados ante sus palancas, ametralladoras y aparatos de puntería, para ellos todo es indiferente. Han recibido una orden y la cumplen como autómatas, exactamente igual que lo hacemos nosotros. Por ello no son merecedores de castigo alguno; son camaradas como nosotros, que se lanzan a la muerte sin saber por qué ni para quien. Serían capaces de fusilar al mismísimo Santo Padre si ello les fuera ordenado. Pero, ¡ay de ellos si su nación pierde la guerra! ¡Ay de cada uno de ellos si no regresan vencedores! La desgracia colectiva se cernirá en ellos. Y todo porque ante esos inocentes, alegres y excelentes muchachos, que lo mismo que los nuestros son conducidos a la guerra, hay uno que les grita: ¡Vista a la derecha! ¡Compañía, de frente marchen!, y los llevan al frente de combate.
Esa es la Historia, Sporken. La justicia es mujer, y pese a que es violada sin descanso, más que cualquier otra sufrida doncella, todavía sigue creyendo en la bondad. ¡Cuántos abusos se cometen en nombre de esa dama! No espere nunca hallar justicia en la Historia, pues esta no es sino un panegírico a los vencedores y la reprobación de los vencidos. Y como no seremos nosotros los vencedores, ya puede usted prepararse para ver la Historia escrita de muy distinta manera."


Siguiendo con la II Guerra Mundial, tengo que hablar de un libro que me leí hace poco, y gracias al cual he descubierto a uno de los mejores autores que conozco hasta la fecha. El libro se titula Llegaron del cielo, y está escrito por Heinz G. Konsalik. Narra la batalla de Montecassino, en la que la abadía del mismo nombre fue destruida por los bombardeos aliados, protagonizada por un grupo de paracaidistas del ejército alemán, los cuales se encuentran parapetados en las proximidades del monte, repeliendo cada ataque aliado con una fuerza y una resistencia sobrehumanas, mientras su médico intenta atender a heridos de diversa gravedad con los medios más precarios.
Además de contar con detalles un importante episodio de la II Guerra Mundial, el autor reflexiona sobre la inutilidad de las guerras, y sobre cómo es posible arrastrar a miles de personas a una muerte segura a cambio de absurdos honores y condecoraciones.

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